
"Una madrugada
dormia plácidamente,
cuando de pronto alborotada
tu recuerdo golpeó mi mente.
No me dió tregua tu mirada
y decidido a visitarte me levanté,
eran las cinco de la madrugada
o las seis cuando a tu puerta me planté.
Se me concedió pasar tu puerta
y medio dormida te descubrí
y de manera rauda e inquieta
tu cara, mejillas, y cuello de besos cubrí.
Me deshacía en delirio puro
y tu enardecida no te moviste,
en madrugada total y en total obscuridad
mi deseo entregado descubriste.
Me encargué de llevarte a la locura
con millones de caricias desmedidas,
y a esa deliciosa necesidad diste cura
con las gotitas de sal de tu frente en exacta medida.
Agradezco a Dios esa mañana,
de haber podido hacerte sentir de mi halagada,
de amarte siempre asi, sin cosa vana
de ser tuyo siempre, cada dia, cada viernes
de madrugada..."
(Felicidades Miau Miau!)
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